EL LUJO - Una experiencia superior
El lujo y la moda han creado una simbiosis tan perfecta que ya no somos lo que vestimos sino cómo lo vestimos “el por qué” de vestirnos. No es el producto, sino todas las sensaciones que nos produce. Una manera de diferenciarse entre una marca de lujo y otra que no pertenece a ese segmento es la experiencia que se le entrega al cliente, cómo y cuánto es capaz el servicio de transportarlo a un lugar imaginario donde él prefiera estar.
El lujo parece ser la antítesis del mercado que conocemos: no busca acumular producciones masivas. La exclusividad no se mide en cifras, sino en la lealtad y el respeto de una comunidad comprometida. Cada cliente contribuye al brillo y la reputación de la marca, creando un entorno de admiración mutua. Es un espacio donde la conexión emocional y la satisfacción del cliente son prioridades, cultivando relaciones duraderas y significativas.
Hoy en día, el lujo abarca todas las clases sociales. Una trato cercano, un producto exclusivo (independiente del valor que tenga), estar con la familia, vivir cerca del trabajo, etc. puede ser considerado más lujoso que poseer una gran mansión. Cuando algo es escaso o difícil de obtener, tanto si se trata de un objeto como de un sentimiento, tiene un gran valor para la persona. Un producto verdaderamente lujoso busca nuevas formas de prestar un servicio, para ofrecer más calidad y confort, para lograr ser extraordinario sin ser superfluo. Cualquier objeto, prenda, comida, por muy sencillo que parezca, puede tener la máxima belleza y ser tu experiencia más preciada, ya que el nivel de valor será aquel que tan solo tú le quieras dar.